jueves, 12 de noviembre de 2009

DEFENSA DEL PERIODISMO

Lic Sergio Benites Romero
Docente universitario

Vacilé en redactar este artículo, pero finalmente se impuso ese imperativo categórico del filósofo Kant, ese llamado interior al deber ante la incuria. No soy asiduo televidente de Rossy Olivares pero admito haber visto algunas veces su programa, con la única finalidad de ver porque un sector la prefiere. Debo indicar en principio que discrepo con quienes la llaman locutora, porque conozco de jóvenes que se ganan la vida con ese oficio y valen mucho como personas, así que sugiero busquen otra denominación para la susodicha en la escala de delitos policiales.

Uno de sus cotidianos calificativos a sus víctimas que recuerdo es el de “pezuñento”, en el pasado, así calificaban ocasionalmente las esclavas y barraganas a sus patrones o clientes, la explicación: era común constatar la fetidez al inclinarse o arrodillarse, Olivares nunca cita fuentes de la fetidez que afirma por lo que no puede afirmarse que ella haya adoptado alguna pose previamente descrita y el rol que la postura implicaba, eso sería especular, pero si tuviera pruebas que lo confirmaran podría recién afirmarse, eso es constatar información.¿escuchó de eso alguna vez?

Llegué al hartazgo de la incomodidad al soportar choféres de colectivos o combis que sintonizaban en radio su programa, no para informarse o ilustrarse sino para estallar en carcajadas al oírla, al igual que algunos pasajeros, jamás pude encontrar un solo radioyente o televidente que no contuviera la risa o hiciera un ademán molesto de desaprobación.

Los televidentes de Olivares deben saber que en el siglo pasado hubo extraordinarias periodistas como Angela Ramos, cazurra pionera del reporterismo femenino o la intelectual Magda Portal que hizo del periodismo un arma de lucha político social, incluso esta última, trató con Pablo Neruda y no ensució su biografía acercándose a un oscuro presidente regional, por supuesto que RO dista años luz de ambas. Hay que mirar también a los empresarios de televisión que permiten se infecte audiovisualmente a la sociedad, empecemos a abstenernos de comprarle a sus anunciantes, eso se llama hoy responsabilidad social,

Dudé en articulizar sobre la aludida fémina, no porque tenga miedo - además dudo que cambie siquiera - sino porque no quiero parecer abusivo, finalmente, se dice que a la mujer ni con el pétalo de una rosa, pero cambia la cosa cuando alguien se desdibuja de su rol de género y se convierte en algo indescriptible en pantallas. La responsabilidad social nos obliga a zanjar posiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario